Nos sorprendió a todos, y nos sentimos movilizados. Al principio los rumores y versiones no eran claras. Todo era confuso, lo único cierto era que un hombre armado ingresó a un banco y empezó a disparar en todas direcciones.Luego se supo que era un cliente al que se le había negado una refinanciación de una deuda. Ese motivo desató su furia, regresó a su casa que estaba a 200 metros a buscar un arma. Dejó un saldo de cuatro muertos y luego se suicidó.
La cercanía del hecho, la muerte de personas inocentes nos dejó anonadados, impotentes, incrédulos.
Tomó una mujer de rehén, una empleada del banco. Luego de verla en el noticiero, relatando lo vivido, esperando a cada instante que la matara, la angustia traspasó la pantalla, ahogándome.
Indefensos ante una sociedad cada día más violenta. Incrédulos ante un mundo que día a día se vuelve más y más cruel.
Familias destrozadas, hijos que perdieron a su padre y/o madre de una manera incomprensible, injusta por donde se la mire. Y mi corazón se encoge, ante tanta violencia, tanta maldad, dejando un sabor muy pero muy amargo.